Mirko Macari es periodista, ex director del diario digital El Mostrador, profesor de periodismo y ganador del Premio Periodismo de Excelencia 2017 mención Opinión. Se ha convertido en un periodista de culto para quienes aprecian sus posturas directas y su tenacidad para desmontar las narrativas dominantes. Crítico de la forma en que se hace periodismo en Chile es pragmático, tajante, no esquiva ningún tema y dice que el rol del periodismo “no es la verdad sino la realidad!”. Su pasión actualmente son los talleres que dicta sobre “El desplome de la política institucional y las claves del nuevo ciclo”.
Conversamos con él acerca de esto último y en particular de cómo ha logrado mantenerse en los medios con su estilo característico de quien “descorre el velo” del pensamiento políticamente correcto.
Mirko ha asumido que estamos en una transición entre dos mundos, lo viejo está agotado y lo nuevo no termina de emerger. El caso que mejor ejemplifica el proceso es la decadencia de la Iglesia Católica y la emergencia de lo femenino que pueden parecer lejanos pero que están relacionados si se observa que lo que se desarma en ambos casos es la construcción arquetípica del patriarcado.
Convencido que “lo real es una construcción de la mente” observa con interés como se instalan nuevas categorías en la conversación pública, como la tecnocracia pierde poder y como, a pensar de la fragmentación social, irán imponiéndose nuevas formas de resolución de los problemas.
Respecto del tema que nos interesa -las condiciones y obstáculos que hay que superar para comenzar a vivir de otra manera- opina que no hay duda que eso ya se está dando. Hay múltiples formas y eso hay que saber respetarlo. Algunos lo hacen quedándose en la ciudad, operando a través del dinero, otros se van al campo, crean eco-aldeas. Y producen su propio alimento.
La subjetividad se expresa de variadas formas. Todos son cambios válidos. Hay que imbuirse del pensamiento unitario para aceptar todas las formas. Lo importante es que cada individuo explore lo que es bueno para sí mismo. Valorar la diversidad porque la pulsión a cambiar es la misma. Está cambiando el sentido común gracias a una mayor autonomía de la conciencia.