“Cuando la alimentación es mala, la medicina no funciona.
Cuando la alimentación es buena, la medicina no es necesaria.”
Este principio del ayurveda es lo que inspiró hace 12 años el proyecto de una chilena y un holandés de vivir y trabajar en estrecho contacto con la naturaleza y la comunidad. El proyecto comenzó a gestarse cuando recorrieron juntos el santuario de El Cañi, una reserva de bosque nativo ubicado en el camino a las termas del Huife y soñaron con vivir en el campo. El sueño lo están cumpliendo con creces: viven hoy con sus tres hermosos hijos en la misma zona, en una casa con techo de pasto -para que no altere el paisaje, al pie de una huerta circular pródiga en verduras orgánicas. La Güertina comenzó como un invernadero adonde Lorena puso en práctica su gusto innato por las plantas y la sabiduría de la comunidad local. “Me empecé a fascinar cuando vi que yo podía generar nuestra propia comida”
Una huerta modelo que es hoy un referente para voluntarios extranjeros y para talleres educativos para grupos que vienen a visitarla.
En este lugar todo tiene un sentido. La huerta es el jardín de la casa familiar que desde su primer embarazo Lorena comenzó a cultivar convencida de lo importante que es la alimentación. Es también el lugar de juegos y de aprendizaje de los niños, que van aprendiendo de donde viene el tomate, la lechuga, y aprecian el proceso de cultivo desde el inicio. La tierra es trabajada con los principios de la agricultura biointensiva cuyo resultado es que no es necesario usar elementos químicos. “Una plaga es un síntoma de que algo no está funcionando bien”, dice Lorena. Si la tierra es buena y ha sido bien preparada no hay que recurrir a destruir otros elementos de vida.
Contrario a lo convencional, la forma en que diseñaron la huerta tiene una geometría no lineal como es tradicional. ¡Preocupada de la estética y de las formas que se ven en la naturaleza escogió sembrar en círculos!
La huerta ha crecido y requiere mucho trabajo, lo que no es problema ya que reciben voluntarios de todo el mundo, que están comprometidos con construir una comunidad global y sustentable sin mediar intercambio monetario. Organizaciones como Workaway y WVoof ponen en contacto a los voluntarios con los productores orgánicos para facilitar el intercambio cultural y humano. A su vez, Lorena y su familia viajan de esa manera, lejos del turismo masivo que se queda en lo superficial, ellos buscan conocer cómo viven realmente las personas participando en su vida diaria. Una vida integrada, 100% coherente con los principios, con los sueños y con el bienestar de los niños.
La alimentación ha sido buena para el cuerpo y el espíritu no solo de quienes habitan y trabajan en La Güertina sino también para todo lo que ahí crece. Está a la vista: niños sanos y alegres, tierra fértil, verduras sin pesticidas. En un entorno con llamos, mariposas, ovejas y la vista del bosque nativo.