Para quienes están observando seriamente las transformaciones en los ecosistemas es cada vez mas urgente encontrar la forma adecuada de nombrar la nueva relación que se está estableciendo entre los humanos y el entorno.
El escritor Robert MacFarlane (autor de The Underworld) opina, después de observar largamente los bosques, que necesitamos un lenguaje que no convierta automáticamente todo a nuestros valores de uso. Nuestra gramática milita en contra de lo animado, nuestras metáforas subordinan y “antropomorfisan”el mundo por hábito y reflejo. Esa tarea de nombrar lo nuevo, es el trabajo de artistas, escritores y poetas.
Si el lenguaje es una fuerza de la naturaleza, en lugar de hablar de Antropoceno podríamos referirnos al Simbioceno. Esta sería una época caracterizada por una organización social donde la inteligencia humana replica las formas simbióticas y los procesos que se encuentran en los sistemas vivos, tales como la red de comunicación en el subsuelo de los bosques.
A medida que entramos en tiempos precarios e inestables, en la soledad de la especie lo que nos puede salvar es la colaboración, el mutualismo, la simbiosis, un trabajo humano inclusivo que se hace extensivo mas allá de las comunidades humanas.
¡Cuando miras la red (de los bosques), ella comienza a mirarte de vuelta! escribe MacFarlane.