Esta es una disciplina que practican los monjes zen cuando participan en las tareas cotidianas (cocinar, cultivar el huerto, limpiar). Tiene el mérito de vincular el silencio mental con el movimiento y el quehacer cotidiano. De hecho cuando se cocina en un silencio, sólo o compartido, los alimentos se van cargando de una energía que contribuye al equilibrio (sátvica).