Si meditar es entrar en el silencio de la mente, hay muchas formas de hacerlo. Solemos comenzar por la meditación sentados, observando nuestra respiración o focalizando la atención en un solo punto. El cuerpo y la mente se calman. Pero la vida es actividad, movimiento. Después de un tiempo de práctica podemos practicar la respiración caminando que consiste en caminar con los ojos abiertos, las manos cruzadas en el pecho, con la atención puesta en la respiración al tiempo que inhalamos damos un paso. Al exhalar damos el otro paso. Sentimos el roce de cada pie en el piso. Observamos como la mente tiende a agitarse con el desplazamiento. Estamos acostumbrados a caminar de prisa, con el objetivo de “llegar”. Pero no hay que llegar a ninguna parte.
Como dice Thich Nhat Hanh “He llegado, estoy en casa”.