Funcionan en todo el país y se han convertido en una experiencia de participación inédita. Surgieron tras la revuelta social que comenzó el 18 de octubre y su crecimiento explosivo se desarrolla en paralelo al descalabro de los partidos. Las asambleas las integran jóvenes y viejos, del norte, centro y sur de Chile, y con demandas diversas. Todos coinciden en la desconfianza extrema con la institucionalidad y se han encargado de darle vida al estallido social en sus barrios. Son los actores ocultos de la política chilena que desde octubre reclaman protagonismo.