Aunque nunca hubo un consenso total quedó claro, desde el siglo pasado, que la modernidad y el progreso no serían indefinidos. Como no se comprendía del todo el tipo de cultura que estaba emergiendose le llamó postmodernidad si bien se continuaron utilizando las mismas categorías y conceptos modernos de sociedad, cultura, instituciones… La postmodernidad, en su vaguedad, se alargó demasiado y entramos a un s. XXI que no solo no tiene un futuro por delante, sino que adquiere tintes de un mundo póstumo. El término es utilizado por la filósofa española Marina Garcés quien define la condición póstuma como el tiempo en que todo se acaba.
“Hemos pasado de la condición postmoderna a la condición póstuma. El sentido del después ha mutado: del después de la modernidad al después sin después. Lo que estamos experimentando no es una vuelta al pasado o una gran regresión como desde algunos debates actuales se está proponiendo pensar, sino la quiebra del presente eterno y la puesta en marcha de un no tiempo. Del presente de la salvación al presente de la condena. Nuestro presente es el tiempo que resta. Cada día, un día menos.”
Cecilia Montero